Coplas Por La Muerte De Su Padre
Paco Ibañez
Mesures à 2 temps Recuerde el alma dormida, Avive el seso y despierte contemplando Cómo se pasa la vida, Cómo se viene la muerte tan callando, Cuán presto se va el placer, Cómo, después de acordado, da dolor; Cómo, a nuestro parecer, Cualquiera tiempo pasado fue mejo- - - - - - or. Nuestras vidas son los ríos Que van a dar en la mar, que es el morir; Allí van los señoríos Derechos a se acabar y consumir; Allí los ríos caudales, Allí los otros medianos y más chicos, Y llegados, son iguales Los que viven por sus manos y los ricos. Este mundo es el camino Para el otro, que es morada sin pesar; Mas cumple tener buen tino Para andar esta jornada sin errar. Partimos cuando nacemos, Andamos mientras vivimos, y llegamos Al tiempo que fenecemos; Así que cuando morimos descansamos. Los placeres y dulzores De esta vida trabajada que tenemos, No son sino corredores, Y la muerte, la celada en que caemos. No mirando nuestro daño, Corremos a rienda suelta sin parar; Desque vemos el engaño Y queremos dar la vuelta, no hay lugar. Esos reyes poderosos Que vemos por escrituras ya pasadas, Por casos tristes, llorosos, Fueron sus buenas venturas trastornadas; Así que no hay cosa fuerte, Que a papas y emperadores y prelados, Así los trata la muerte Como a los pobres pastores de ganados. Aquél de buenos abrigo, Amado por virtuoso de la gente, El maestre don Rodrigo Manrique, tanto famoso y tan valiente; Sus hechos grandes y claros No cumple que los alabe, pues los vieron, Ni los quiero hacer caros Pues que el mundo todo sabe cuáles fueron. Después de puesta la vida Tantas veces por su ley al tablero; Después de tan bien servida La corona de su rey verdadero: Después de tanta hazaña A que no puede bastar cuenta cierta, En la su villa de Ocaña Vino la muerte a llamar a su puerta, Diciendo: «Buen caballero, Dejad el mundo engañoso y su halago; Vuestro corazón de acero, Muestre su esfuerzo famoso en este trago; Y pues de vida y salud Hicisteis tan poca cuenta por la fama, Esfuércese la virtud Para sufrir esta afrenta que os llama. Así, con tal entender, Todos sentidos humanos conservados, Cercado de su mujer Y de sus hijos y hermanos y criados, Dio el alma a quien se la dio (en cual la dio en el cielo en su gloria), Que aunque la vida perdió Dejónos harto consuelo su memo - o - ria.